Casi Normales (Next to Normal) no es simplemente un musical; es una experiencia que lleva a los espectadores a explorar lo que significa ser «normal». Bajo una fachada cotidiana y familiar, la obra expone de manera cruda y emotiva la realidad de una familia que enfrenta el duelo, el dolor y las luchas internas de cada uno de sus miembros.
La historia sigue a Diana Goodman, una madre que sufre de trastorno bipolar y que vive atormentada por la muerte de su hijo, una tragedia que dejó huellas profundas en su vida y en la de toda su familia. La obra aborda las consecuencias de este duelo no resuelto y de los fantasmas que atormentan a cada personaje, cuestionando el concepto de «normalidad». ¿Qué significa ser “normal” cuando el dolor se convierte en parte de uno mismo?
La obra muestra los altos y bajos de la salud mental. No se trata de una historia que embellece la superación personal ni promete un final feliz; en cambio, presenta la vida como es, con sus cicatrices, confusión y, a veces, sus tragedias silenciosas. La relación de Diana con su esposo y su hija, ambos afectados de distintas maneras por la pérdida y el caos en su hogar, muestra cómo las enfermedades mentales no solo impactan a quien las padece, sino también a aquellos a su alrededor.
Entre las actuaciones, destaco las de Laura Conforte (Diana Goodman) y Martín Ruiz (Dan Goodman), que comprenden profundamente a sus personajes y mantienen una presencia magnética en escena. Sus interpretaciones son tan cautivadoras que resulta imposible cansarse de verlos. Laura, en particular, tiene la habilidad de llenar el escenario sin necesidad de otros, además de la voz increíble que tiene. La química entre ambos permanece intacta, y su conexión se siente tan auténtica que es difícil imaginar a otros actores en esos papeles.
Por otro lado, Eliseo Barrionuevo, en el papel del médico, logra equilibrar la frialdad profesional con un toque de humanidad. Máximo Meyer como Henry es el ancla emocional para Natalie, quien es interpretada por Guadalupe Devoto y representa con vulnerabilidad las complejidades de ser la hija de una familia disfuncional. Finalmente, Felipe Bou Abdo en el rol de Gabe, el hijo perdido, se convierte en una presencia perturbadora y fascinante, encarnando los fantasmas del pasado que acechan a su madre.
Esta temporada, la undécima en el Teatro Metropolitan de la calle Corrientes, demuestra el éxito y la atracción constante de una historia que logra que el público siempre quiera volver a verla. La obra logró convertirse en un musical icónico y cautiva tanto a quienes la descubren por primera vez como a aquellos espectadores que eligen regresar, atraídos por la intensidad de su historia y la profundidad de sus personajes. Este éxito es gracias a esa narrativa que aborda temas como el valor de las relaciones familiares, el duelo y la salud mental.
La puesta en escena logra un equilibrio perfecto entre la emotividad de la trama y la intensidad de la música rock, creando una atmósfera que confronta al espectador con temas a menudo tabú. Más allá de ser una obra entretenida, Casi Normales es una pieza necesaria porque abre un diálogo sobre la «normalidad» misma. Nos muestra que, al final del día, ser «normal» es una ilusión, una meta inalcanzable que cada uno redefine desde sus propias heridas y experiencias.
Ver Casi Normales es adentrarse en un viaje emocional que invita a cuestionarse, a identificarse y, sobre todo, a sentir. Es más que ver una historia; es compartir una experiencia que resonará mucho después de salir del teatro.
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